Conquista Española





Cuando los españoles desembarcaron por primera vez en Ecuador en 1526, habían llegado en el momento en el que el imperio Inca era peligrosamente débil, mientras la viruela se extendía por todo el reino y los dos hijos de Huayna Cápac (Atahualpa y Huascar) luchaban por el poder sobre la tierra. Las condiciones eran propicias para la conquista, debido a los disturbios civiles y la cantidad de tribus que estaban al borde de la rebelión.

Cuando Francisco Pizarro llegó a la costa norte de Ecuador en 1532, su escasa tripulación de 168 hombres y 27 caballos fue capaz de forjar su camino al poder y derrotar fácilmente a la oposición a través de una serie de ataques sorpresa, mentiras, y la mayor ventaja táctica: tener armas y caballos.

El avance de Pizarro fue rápido y contundente. Sus tropas montaban a caballo, llevaban armadura y disparaban cañones; y aunque eran pocos en número, sembraban el terror entre la población local. A fines de 1532, se organizó una reunión entre Pizarro y Atahualpa. Aunque Atahualpa estaba preparado para negociar con los españoles, Pizarro tenía otras ideas. Cuando el Inca llegó al lugar de reunión preestablecido (Cajamarca, en Perú) el 16 de noviembre, los conquistadores lo capturaron y masacraron a la mayoría de sus guardias mal armados.
Atahualpa fue retenido para pedir rescate, e incalculables cantidades de oro, plata y otros objetos de valor fueron vertidos en Cajamarca. Sin embargo, en lugar de ser liberado cuando se pagó el rescate, el Inca fue sometido a un juicio falso y sentenciado a muerte. Atahualpa fue acusado de incesto (casarse con su hermana, tradicional en la cultura Inca), poligamia, adoración de dioses falsos y crímenes contra el rey, y fue ejecutado el 29 de agosto de 1533. Su muerte llevó efectivamente al Imperio Inca a su fin.

Cuando Atahualpa fue ejecutado, su general de guerra Rumiñahui estaba supuestamente en camino a Cajamarca con grandes tesoros para rescatar al Inca. Cuenta la leyenda que, al enterarse de la muerte de Atahualpa, Rumiñahui escondió el tesoro en las impenetrables montañas de los actuales Llanganates del Parque Nacional del mismo nombre.

Rumiñahui continuó luchando contra los españoles durante dos años más. Cuando el teniente de Pizarro, Sebastián de Benalcázar, finalmente se dirigió a Quito a fines de 1534, encontró la ciudad arrasada por Rumiñahui, quien prefirió destruirla antes que dejarla en manos de los conquistadores. Quito fue refundada el 6 de diciembre de 1534, y Rumiñahui fue finalmente capturado, torturado y ejecutado en enero de 1535.

A pesar de la corta presencia del imperio Inca en Ecuador (poco más de 100 años), dejaron una huella indeleble en el país. El quechua fue impuesto a la población y todavía es hablado hoy una gran cantidad de ecuatorianos. Los Incas construyeron un vasto sistema de caminos que conectaban Cuzco con Quito, y parte de este "camino real" (Ingapirca) todavía se puede transitar hoy en día.

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